lunes, 1 de diciembre de 2014

Tango

Agazapada en los brazos de la luna
aun te guardo un suspiro profundo
Misterioso temblor de la amante del tango
que sigilosa te piensa  en su morada
con tu rostro y tu instrumento al sol.
Que si no tiemblo
 ante tus manos movedizas
sería tanto como negar la vida
Ese instante
en el que mis sentidos caen moribundos
ante tu don musical
Querido, querido….
Dios bendiga tus manos
los gestos de tu rostro
hermano de la tradición
Y además…
tu belleza particular
tu melódico ademán
Estremecida siempre, ante  vos
querido Joaquín.

Religión

Nunca tan lejos mío
como en los desanimados pasos
dados en la plenitud de la inercia.
En este caos imploro el nombre de aquella entidad
capaz de mover
los débiles hilos de mi existencia.

Extraviada en vida
he vuelto a rezar de rodillas.
Estoy a solas con Dios, otra vez

Los santos me han arrebatado mi fe.

Guillermina

Doce veces engendró una vida
Doce veces extendió su vientre a la luz de la existencia
y en la extenuación del  pujón final
la naturaleza atenta alabó su ofrenda maternal
coronándola con la criatura más buena.
Ella es el homenaje que el universo le brindó 
para endulzar su temprana partida.
Ella es su último fruto dulce
lanzado a las manos de la tierra
los ojos agradecidos de aquellos ojos cansados
la delicadeza femenina de una madre en delantal
Doce veces, como una flor abierta al sol
agotándose en cada vida dada.
Viajera prematura.
Mi madre es el premio a ese incesante instinto de creación.


Emancipación

Cayó de la apariencia del prolijo retrato
en punta de pies 
para no despertarlos
Dolorosamente se abre su grieta y ella
cae
Escondida en su tajo
le agradece a su infancia y canta
La melodía tapa el eco de la Voz imperiosa
que insistente señala un deseo
ajeno
Tiembla y crece
Las sombras la mecen
la alzan de cara a la luna
Ella inhala libertad
y exhala hastío
Libertad, libertad, debajo resuena...
El viento eleva desde allí su carcajada
Oíganla reir
Oíganla respirar
Ella celebra su invención
y floja como una hoja
también llora
La culpa se la llevan las arañas
que trepadoras le besan la herida
Del otro lado las estrechas mentes queridas
acusan
La poesia aplaca el bullicio
Los muertos no le perdonarán su libertad